¿Y si comer menos carne ayudara al planeta? Pequeños cambios, gran impacto. Te contamos por qué.
- Samantha Campos
- 2 mar
- 4 Min. de lectura
Pequeños cambios, gran impacto: cómo reducir el daño de la industria cárnica

¿Cuánto influye nuestro consumo de carne?
¿Sabías que la producción de carne no solo es extremadamente cruel con los animales, sino que también es altamente contaminante para el medio ambiente?
¿Qué tan seguido acostumbras a comer carne? ¿Una vez a la semana? ¿Una vez al día? ¿O para las tres comidas del día?
Si eres como yo, la última opción se ajusta más a tu estilo de vida. Para cubrir la demanda masiva de carne, cada día se matan aproximadamente 864.000 vacas, 4 millones de cerdos y 206 millones de pollos, entre otros animales (Millstein, 2024). Hablamos de una suma exorbitante.
En este artículo te explico cómo puedes ayudar al medio ambiente, reducir la crueldad animal y mejorar tu salud física con tan solo pequeñas acciones.
Impacto ambiental de la industria cárnica
La producción masiva de carne tiene un alto coste ambiental, y probablemente esta no sea la primera vez que lo escuchas.
Según las Naciones Unidas:
"El sector ganadero es responsable del 9% del CO2 procedente de las actividades humanas, pero produce un porcentaje mucho más elevado de los gases de efecto invernadero más perjudiciales… El sector ganadero genera más gases de efecto invernadero, alrededor de 18% más medido en su equivalente en dióxido de carbono (CO2), que el sector del transporte."
Además, la ganadería ocupa el 30% de la superficie terrestre del planeta, según la FAO. Criar grandes cantidades de ganado implica contar con extensos espacios para su crianza y alimentación. A esto se suma el hecho de que una sola vaca produce aproximadamente 200 gramos de metano al día, un gas con un potencial de calentamiento global mucho mayor que el CO2.
Si bien el sector ganadero es uno de los más contaminantes, no es la única industria cárnica con un alto impacto ambiental.
Crueldad animal en la producción de carne
La carne es deliciosa, estoy de acuerdo. Pero debido a este hecho solemos ignorar la crueldad extrema que sufren los animales en su producción.
Para ahorrar espacio y maximizar la producción, las granjas industriales colocan miles de animales en espacios diminutos. Estas criaturas pasan toda su vida hacinadas, sin apenas moverse, hasta ser enviadas al matadero.
"Una gallina ponedora en una jaula en batería, a menudo pasa toda su vida en un espacio más pequeño que una hoja de papel A4 por animal… Para reducir estas lesiones, la mutilación se ha convertido en lo habitual. A los animales se les liman los dientes y se les cortan parcialmente las colas y los picos, por lo general, sin ningún método para aliviar el dolor."
Por si esto no fuera suficiente, los abusos físicos y psicológicos son comunes. En Estados Unidos, PETA expuso evidencia de graves maltratos en granjas industriales, donde trabajadores golpeaban, pateaban e incluso agredían sexualmente a los animales antes de llevarlos al matadero.
El ser humano necesita comer, pero ¿es necesaria tanta crueldad en el proceso?
Está claro que a las industrias cárnicas no les interesa tratar a estos animales de forma digna y humana, más allá del dinero. ¿Pero qué hay de ti?
Impacto en la salud del consumo excesivo de carne
Por si fuera poco, el consumo constante de carnes rojas está relacionado con un mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares, colesterol alto, gota y ciertos tipos de cáncer.
Si bien la carne aporta nutrientes esenciales, la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición recomienda un consumo de 200 a 500 gramos semanales, preferiblemente de pollo o pescado. Asimismo, la OMS sugiere no exceder los 500 gramos semanales, lo que equivale a unas 2 o 3 raciones de carne a la semana.
¿Qué podemos hacer?
Sé que esta información puede resultar abrumadora. Muchos disfrutamos de la carne y pensar en dejarla, incluso por razones ambientales, éticas o de salud, puede ser difícil.
Por eso, decidí hacer un experimento: dejé de comer carne por 10 días. Sin planificar correctamente mi nutrición, experimenté fatiga y malestar. Este reto me demostró que reducir o eliminar la carne no es fácil, pero con estrategias adecuadas es posible.
Si no estás listo para un cambio radical, hay alternativas para generar un impacto positivo sin renunciar por completo a la carne.
Reducir el consumo de carne
Puedes comenzar reduciendo el consumo a una o dos veces por semana. A menor demanda, menor producción. También puedes optar por carnes con menor impacto ambiental. Por ejemplo, en lugar de carne de res, podrías elegir pollo o pescado.
Si decides adoptar esta alternativa, te recomiendo un cambio gradual, para que tu cuerpo se adapte sin afectar tu salud.
Elegir carne de granjas orgánicas
Si no estás listo para disminuir el consumo, una opción más accesible es comprar carne de granjas ecológicas o certificadas. Estas granjas priorizan el bienestar animal, respetan los espacios por cabeza de ganado y evitan tratamientos hormonales excesivos. Para asegurarte de que la carne es realmente orgánica, busca sellos de certificación en los empaques.

Pequeñas acciones
Pequeñas acciones generan grandes cambios, pero necesitamos que más personas se sumen. Cambiar nuestro estilo de vida no es fácil, sobre todo cuando el entorno no facilita estas decisiones.
Reducir el consumo de carne o elegir opciones más responsables implica compromiso y sacrificio. Pero si has llegado hasta aquí, es porque quieres cambiar tus hábitos de consumo.
Si decides intentarlo, te deseo la mejor de las suertes. ¡Hasta la próxima!

Bibliografía
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